miércoles, 23 de noviembre de 2011

¿Cómo ser solidario en una economía de mercado?

          La urgente necesidad de mejorar la calidad de  vida de los y las trabajadoras de la economía popular ha generado políticas públicas bajo el título de Economía Solidaria o Social.
Por Pancho Ferrer
         Esto se manifiesta como nuevas prácticas desde la sociedad civil o desde el Estado, en muchos casos limitadas por la urgencia, unidas a la necesidad de dar una respuesta inmediata a la catástrofe que ha generado la globalización neoliberal.
         Esta situación ha llevado a la afirmación de principios éticos que se espera orienten directamente nuevas prácticas y generen un sistema económico no alienante, con conciencia de la sociedad deseada.

Ahora bien nos preguntamos: ¿Cómo avanzar en esa dirección a partir del campo de prácticas económicas existentes?
       Esto implica revisar críticamente los principios económicos, no sólo en lo jurídico sino en lo relativo a las pautas de comportamiento y los valores morales predominantes, incluso en los sectores populares.
       No es posible desarrollar un sector solidario en un sistema básicamente regido por las reglas del mercado capitalista, regulado o no. Esto hace necesario no ya la mera reinserción en un mercado que excluye sino la rearticulación del principio de mercado con los principios característicos de la ESS.
         Por otra parte, dado el carácter de la nueva cuestión social, las prácticas privadas y públicas que intentan dar respuesta a las necesidades de los sectores populares deben desarrollar formas económicas solidarias como condición de eficacia para encarar dicha cuestión. Además debe agregarse el principio ético de que el sistema económico debe generar las bases materiales para la resolución digna de las necesidades y deseos legítimos de todos, lo que requiere más que acertadas políticas públicas. Requiere una redefinición de lo político, de la democracia, de la participación.
           Los avances en esa dirección requieren nuevas prácticas o la expansión de otras ya existentes que sean acordes con el principio ético propuesto. Sin embargo, queda un amplio margen para concretar esas prácticas pero también para acordar entre sus actores sobre el carácter compensador o alternativo de las mismas ante las prácticas privadas y públicas que tienen a reproducir el sistema excluyente. Esto hace más difícil dado el sistema de instituciones y el sentido común que pauta esas viejas prácticas. Aún más, en nombre de la Economía Social, Solidaria, o Social y Solidaria pueden desarrollarse prácticas que, descontextuadas, sigan reforzando el sistema de exclusión. Un ejemplo de esto es el énfasis que se viene dando en América Latina a la promoción de microemprendimientos asociativos  y a sus instrumentos usuales: breve capacitación, información y microcrédito y a sus criterios empresariales de sostenibilidad.
           Las prácticas orientadas a superar la exclusión del mercado de trabajo mediante la inclusión en ese mismo mercado excluyente son, por lo menos, contradictorias, y claramente ineficaces en ausencia de una estrategia de transformación del mercado mismo. Un paso fundamental en ese sentido es ampliar la idea de trabajo , incorporando el concepto de “trabajo no mercantil”, como es el caso de la producción para el consumo propio y no que sea reconocido solamente cuando existe una relación mercantil como se presenta en un asalariado o trabajo autónomo.

Definición de Economía Social
         La economía popular es el conjunto de actividades económicas y prácticas sociales desarrolladas por los sectores populares con miras a garantizar, a través de la utilización de su propia fuerza de trabajo y de los recursos disponibles, la satisfacción de las necesidades básicas, tanto materiales como inmateriales.(A.Icaza/L. Tiriba)
Esta modalidad económica, también conocida como Economía Social/Economía Solidaria, se refiere al conjunto de aquellas organizaciones de productores, consumidores,  trabajadores, etc., que operan regidos por los principios de participación democrática en las decisiones, autonomía de la gestión y la primacía del ser humano sobre el capital.
Las prácticas de estas organizaciones se circunscriben en una nueva racionalidad productiva, donde la solidaridad es el sostén del funcionamiento de las iniciativas. Diferenciándose de la racionalidad capitalista que no es ni solidaria ni inclusiva. No tienen el lucro como único objetivo, sino que tienen un fin social (pueden tener el objetivo de lucro, pero este no es el único) Refiere a una dimensión de la economía que trasciende a la obtención de ganancias materiales y está estrechamente vinculada a la reproducción ampliada de la vida. De hecho, estableciendo relaciones sociales arraigadas en los valores de camaradería, reciprocidad y cooperación. Los actores de la economía popular desarrollan estrategias de trabajo y supervivencia que buscan no sólo la obtención de ganancias monetarias y excedentes que puedan ser intercambiados en el mercado, sino también la creación de las condiciones que favorezcan algunos elementos que son fundamentales en el proceso de formación humana, como la socialización del conocimiento y de la cultura, salud, vivienda, etc. Así, más allá de las iniciativas económicas cuyo objetivo inmediato es la creación de ingresos, las actividades de la economía popular se encuentran en las acciones espontáneas de solidaridad entre familiares, amigos y vecinos y también en las acciones colectivas organizadas en el ámbito de la comunidad, que tienen como meta una mejor calidad de vida. Mencionamos, como ejemplo, los grupos de auxilio para la construcción de casas populares o la ayuda de los amigos para el arreglo del tejado del vecino; la rotación de turno para cuidar a los niños mientras los padres están trabajando, la organización de guarderías comunitarias o la promoción, por medio de la asociación vecinal, de cursos de formación profesional.
En esta economía, las mujeres, como “líderes de la cotidianeidad” (Cariola, 1992), se destacan por su capacidad de crear y activar redes de solidaridad que favorezcan la reproducción de la unidad doméstica y la protección del lugar donde vive la familia.
Asistimos al fenómeno de la proliferación de estrategias individuales y colectivas de sobrevivencia. Con el desempleo y el aumento de la pobreza, observamos en los grandes centros urbanos una gran cantidad de niños, jóvenes y adultos que se encuentran frente al desafío de inventar cualquier actividad para sobrevivir: hacer malabarismo en los semáforos, transformarse en hombre-estatua, recoger latas de cerveza y gaseosas, vender ropa interior o comidas elaboradas en sus propias casas. Ya que no consiguen una ocupación en el mercado de trabajo formal y, como tienen que enfrentarse al desempleo estructural y a los demás procesos de exclusión social, los actores de la economía popular organizan sus iniciativas, individual o asociativamente, contando nada más que con su propia fuerza de trabajo.
Argumentando que los conceptos de formalidad o informalidad son insuficientes para el análisis de la complejidad de las relaciones económicas, a partir del inicio de la década del 80, del siglo pasado, algunos economistas y sociólogos comenzaron a desarrollar algunos marcos que podrían contribuir a la interpretación de las iniciativas económicas de los sectores populares. En ese sentido, consideran que más que clasificar a las actividades como “economía formal” y “economía informal”, es importante analizar el sentido y la racionalidad interna de los emprendimientos económicos generados por los propios trabajadores. El análisis de dichas iniciativas populares, no desde la perspectiva de la “economía informal”, sino de la economía popular, hizo posible una resignificación de esas prácticas, permitiendo que la economía popular “se transformase en un poderoso medio para resistir a la exclusión política, cultural y social del mundo popular y su precaria economía
Reconociendo la existencia de un conocimiento popular en materia económica y vinculando la economía a la cultura,  el concepto de economía popular empezó a ser utilizado también como un proyecto, articulado con otros movimientos sociales.
         Según algunos autores, es posible incluir en esta práctica a las cooperativas, las mutuales, las fundaciones, las organizaciones civiles, las cooperadoras y las fábricas recuperadas que funcionan como cooperativas en su gran mayoría; pero también a las organizaciones de desocupados que organizan comedores, huertas o demás emprendimientos.
Características de la Economía Social
         Podemos distinguir, entre otras, como características sobresalientes en los emprendimientos sociales o solidarios:
a) La democracia participativa y la autogestión. Se debe verificar la total igualdad en la participación en la toma de decisiones de todos sus miembros o en la elección de sus autoridades en el caso de estar delegada esta función.
b) La práctica de la solidaridad con especial énfasis en los más desfavorecidos del grupo o de la comunidad en general. Las entidades que promueven la economía solidaria dan prioridad a las asociaciones de desempleados, trabajadores en vías de perder el empleo y de los que menos tienen posibilidades de encontrar trabajo debido a la edad, la falta de calificación, discriminación de raza o de género, etc.
c) El desarrollo local. Los emprendimientos solidarios surgen en un área específica por un grupo de individuos que sufren una particular problemática utilizando recursos endógenos, la vida común del grupo es lo que refuerza la cohesión de la comunidad.
d) La sustentabilidad. La economía social se fundamenta en los principios de desarrollo económico respecto del cuidado del medio ambiente y el compromiso con la cohesión social, siendo pionera en las prácticas de responsabilidad social.
José Luis Coraggio, nos propone confrontar desde la Economía Social al modelo capitalista  hegemónico. Este modelo caracterizado por la economía de Mercado como el que produce, distribuye e intercambia. Describe al liberalismo como un  destructor de la sociedad, llevando adelante prácticas que tienen características particulares:
-         Hay que sacar la máxima ventaja
-         Ser egocéntrico. No preocuparse por el otro.
-         Exige Individualismo, compitiendo con otro.
-         Es un mercado competitivo.

La ideología del mercado se nos ha metido en el sentido común. Si impulsamos emprendimientos productivos, nos meten en “cuanto se ganará, sino no son productivos”. Se considera trabajo, solo el que se sale a hacer afuera, como ejemplo: el trabajo doméstico no entra en esta concepción. Igual con otros, que si no es para vender, no es considerado ni  trabajo ni productivo. Todo desde el dinero. Genera modos de comportamientos: como la competitividad.
         Este proceso no fue sin costo. El resultado fue la sobrevivencia individual, sin buscar formas asociativas. Lo que pasó y pasa en AL y el mundo, donde se implementaron los lineamientos neoliberales hasta con sangre y fuego, fueron las masas de excluidos, las que vieron que hay otras formas. Lo asociativo y el cooperativismo, empiezan a ponerse activos, como un proyecto con otros valores para proponer a la sociedad nuevos caminos.

         Economía Social es un sistema que pone al mercado en su lugar y busca otras relaciones  con otras fuerzas que coordinan con lo económico. El autor destaca tres principios:
1.     Principio de producir para el propio consumo: el trabajo campesino o doméstico, que produce riqueza que no se vende en el mercado. Autoconstrucción de vivienda. Este sector no es reconocido.
2.     Principio de la reciprocidad: el don, regalo, sin esperar en el momento algo a cambio. La atención de un enfermo en la calle, no es filantropía nada más, da seguridad social y una red de solidaridad que teje el don. Amigos que ayudan, no contabilizan, ni se mercantilizan..
3.     Principio de la redistribución: Hay una Autoridad que redistribuye. En las antiguas comunidades, el Consejo de Ancianos que asegura la cohesión de la sociedad y la hace más igualitaria. El mercado distribuye en forma desigual, a cada uno le va mejor o peor. El sistema de redistribución, hace que no se parta la sociedad en excluidos, incluidos y re-excluidos..

         Sobre la economía y su vinculación con la escuela: La Economía social necesita contrarrestar a la economía neoliberal. Vemos mercantilizar la educación.  A los alumnos les inculcamos el éxito, no fomentamos la cooperación y el cooperativismo, donde desarrollar otros valores. La escuela autoritaria no puede ser, y solo sirve para reproducir el sistema imperante. La escuela cooperativa no es economicista, ya que resuelve problemas y da conocimiento con afecto y contención. La escuela es un lugar propicio para construir las bases de una economía social desarrollando prácticas relacionadas con ella, fomentando en los alumnos, los principios básicos de la misma.
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1 comentario:

  1. Muy bueno!, el desafío enorme es materializarlo, y que difícil cuando se trata de crear algo nuevo con una mentalidad vieja, con valores grabados a fuego como la competitividad, el egoismo, el lucro, etc, algún loco habló alguna vez del hombre nuevo y que para llegar al hombre nuevo debíamos lograr construirlo con el hombre viejo, ¿que parecido no?. Yo me anoto.

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